11 março 2013

La Morocha


Lo invité a mi departamento recién alquilado, ya teníamos un tiempo separados. Aún no había muebles, entonces puse un lienzo en el piso, llene de pétalos de flores, pero no todo el piso que era el de la planta baja, no alcanzan las flores, eran pocas. Puse unas velas rodeando el cuadrado que había decido convertir en altar, coloque fotos en el piso, porque repito, no había muebles, seis fotos rodeando el lienzo, fotos de nosotros, en blanco y negro, de nuestro pasado, de nuestro amor pasado?
Tenía dos cervezas coronas en la pileta de la cocina, porque aún no tenía heladera, las puse ahí para que les caiga agua del caño y las mantenga lo más frías posibles, mala idea haber comprado cervezas, el clima no iba a dar para brindar…
Tocaron la puerta. Era él. Todo raro, nervioso, distante, como enojado. Por mi parte invadida de nervios, nervios y más nervios. Me había dejado en claro que no quería revivir el pasado y fue exactamente lo que hice. Decidí grabar todos los mensajes de textos lindos, y en la misma grabación yo hablaba un poco del contexto del mensaje, por las dudas a él se le haya olvidado. Duro media hora. Los nervios me comían, el no entendía nada. Yo me fui hasta la escalera y busque aquello que era el objetivo de la noche, dentro de una cajita roja, y se lo di: “casate conmigo”. Empezamos a llorar. Después palabras, silencios, reproches, el evadía, demoraba la respuesta… hasta que ese monosílabo se estampo en mi oído provocando una sordera temporal: no gorda.
Flavia Rodriguez



Um comentário:

  1. gente, além de assinar é importante colocar de qual postagem do blog esta sendo alavancado seu vídeo-texto-imagem

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