Lo invité a mi
departamento recién alquilado, ya teníamos un tiempo separados. Aún
no había muebles, entonces puse un lienzo en el piso, llene de
pétalos de flores, pero no todo el piso que era el de la planta
baja, no alcanzan las flores, eran pocas. Puse unas velas rodeando el
cuadrado que había decido convertir en altar, coloque fotos en el
piso, porque repito, no había muebles, seis fotos rodeando el
lienzo, fotos de nosotros, en blanco y negro, de nuestro pasado, de
nuestro amor pasado?
Tenía
dos cervezas coronas en la pileta de la cocina, porque aún no tenía
heladera, las puse ahí para que les caiga agua del caño y las
mantenga lo más frías posibles, mala idea haber comprado cervezas,
el clima no iba a dar para brindar…
Tocaron
la puerta. Era él. Todo raro, nervioso, distante, como enojado. Por
mi parte invadida de nervios, nervios y más nervios. Me había
dejado en claro que no quería revivir el pasado y fue exactamente lo
que hice. Decidí grabar todos los mensajes de textos lindos, y en la
misma grabación yo hablaba un poco del contexto del mensaje, por las
dudas a él se le haya olvidado. Duro media hora. Los nervios me
comían, el no entendía nada. Yo me fui hasta la escalera y busque
aquello que era el objetivo de la noche, dentro de una cajita roja, y
se lo di: “casate conmigo”. Empezamos a llorar. Después
palabras, silencios, reproches, el evadía, demoraba la respuesta…
hasta que ese monosílabo se estampo en mi oído provocando una
sordera temporal: no gorda.
Flavia Rodriguez
gente, além de assinar é importante colocar de qual postagem do blog esta sendo alavancado seu vídeo-texto-imagem
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